Soy Martina Repentina,
¡Hola! Soy la protagonista de un cuento y te escribo para darte una idea que se me ocurrió un día de esos en los que la prisa se te pega a los zapatos y el enfado a las tripas; un día de esos que no puedes hacer lo que te gustaría y “debes”, “tienes”, o “hay que”… hacer lo que no te va bien hacer. Un día de esos que sólo queda tiempo para jugar imaginando, un día de esos en el que, al llegar a casa, hasta los pájaros del parque se enteran de que has tenido un día enfadado y apresurado. Es cómo si fueses un globito que a lo largo del día se va hinchando e hinchando y cuando no puede más ¡¡PUM!! explota. Pues eso mismo es lo que me pasó ese día al llegar a casa, exploté como otras veces me había pasado. Pero esta vez fue diferente, di un portazo y me metí en la habitación y al lanzarme en la cama… Aaaaaaahhhhh!!, di un buen grito, sintiendo cómo el enfado y las prisas salían volando.
Así que si has tenido un día veloz y enfadado y no quieres acabar gritándole al gato, al vecino o a tu madre, coge el cojín de los gritos en tus manos y chilla en él hasta que se te despegue todo lo que no quieres, prisas, rabia, enfado… y verás cómo después el día ha cambiado de color.
Martina Repentina